Lo digo esto porque, habemos quienes juzgan a un hombre, cuando entra a una etapa de su vida, en la cual desea servir al Dios, pero, eso no le quita el derecho de ser feliz con una pareja, puesto, que los dogmas que le rigen, se lo impiden, no está mal, pero, se debe explorar minuciosamente los altibajos que esto conlleva a largo plazo.

Cristina del Mar Quiles / Para Primera Hora

El sacerdote católico Alberto Cutié incurrió en una conducta de riesgo al violar un compromiso que había hecho con la Iglesia, más aún cuando expuso públicamente una relación con una mujer, opina la sexóloga Carmita Laboy.

No obstante, sostiene que las acciones del padre Alberto son una muestra de que todos los seres humanos tenemos una predisposición al impulso sexual y, aunque éste se puede canalizar con la oración, el servicio, el trabajo y otro sinnúmero de distracciones, “no podemos prescindir de él”, explicó Laboy, autora de Acto sexual: una experiencia cognitiva-cíclica.

La sexóloga añadió que todas las personas tienen una necesidad básica de amar y ser amadas desde el punto de vista romántico, y que esta necesidad no puede ser sustituida por una relación espiritual con Dios. Por esto, advierte, la Iglesia y la sociedad deben reevaluar los significados que se les dan a la sexualidad y al acto sexual.

“Observamos que la Iglesia pretende unas cosas de sus feligreses, pero observamos tendencias que van hacia otra dirección. Entonces, hay un desfase, y es hora de hacer unos cambios a base de la metodología científica y dejar de lado las opiniones”, expuso la investigadora.