El auténtico valor de la amistad, por llamar de alguna manera a esta sensación que nos hace únicos, va mas allá de la comprensión de ella que yo tenía hasta ahora, porque cuando descubres que alguien se convierte en insustituible, sabes también que es el compañero de viaje ideal. No olvidemos que la vida es el viaje más hermoso que podemos hacer; evolucionamos existiendo.

Este valor radica en la comprensión entre ambos, respeto, tolerancia, factores fundamentales, no obstante, para ello, por supuesto cariño, una pieza clave en la relación, ayudarse de manera desinteresada sin esperar nada a cambio. Querer y quererse por lo que se es y no por lo que se puede conseguir.

Alguien, altruistamente, me ha enseñado que uno de los mayores enemigos de la amistad es el YO, es decir, el ego, el orgullo, el egoísmo. Una persona orgullosa no es capaz de ayudar, ni de dejarse ayudar, cuidar y fomentar este tipo de relación es importante para nuestro desarrollo personal, y de igual modo para nuestro crecimiento social.

La persona flexible es amable y entregada siempre

A veces, tal vez inconscientemente, nos instalamos en la exigencia hacia los demás, olvidando que igualmente hemos de dar. Aprender a escuchar, valorar, buscar ratos para compartir y disfrutar, nos acerca más y más a la auténtica felicidad. Carl Rogers definía la amistad como: “una relación afectiva basada en la comunicación, la comprensión, el apoyo mutuo además del afecto y la armonía entre sus miembros“. Aspectos clave todos ellos para mantener una sana relación.

En el ámbito de los valores humanos, deberíamos cultivar estos lazos imprescindibles de fraternidad, respeto, solidaridad, cooperación y estima.

Hermosa, inteligente y muy empática, cuyo encanto le ha permitido acercarse a mí, como la exploradora de la libertad que es; una mujer, o un ángel, quién sabe, al que no he podido resistirme, ha impulsado su proyecto de vida en mi espíritu, para consumar mi independencia, mi perdón y, quizás lo más importante, mi capacidad de aceptación. Ya lo dijo Voltaire, escritor francés del siglo XVIII, “la relación pura entre dos personas es simplemente un contrato celebrado por almas sensibles y honradas”. Gracias, tú que sabes quién eres, por esa ayuda inestimable.