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¿Que hay tras las "críticas"?
Tal como suponía, ha habido quienes no han podido resistir la tentación de descargar la artillería que tenían preparada en cuanto vieron el resquicio que les proporcionó la cabalgata de los Reyes Magos de Madrid. La ocasión se presta para poder escupir los “perroflautas” y “tontos” que suelen llevar en la recámara, todo aderezado con el victimismo que les permite arrojar la piedra y esconder la mano escudándose en que no es por ellos, es por “la ilusión de los niños”.
No se ha hecho aún una encuesta sobre el grado de ilusión/desilusión en el colectivo infantil asistente a las cabalgatas. De todas formas, como si se la hubiese efectuado. De haber estado a cargo de “La Razón”-el periódico que vaticinó la mayoría absoluta arrasadora de Rajoy en las últimas elecciones- se hubiera demostrado de manera estadística un violento impacto emocional, de segura influencia en el rendimiento escolar y universitario, en la elección de futuras parejas y en su fracaso laboral más que probable, las entendederas aniquiladas a la sola vista del atuendo de Gaspar.
El problema parece ser que Carmena no respeta las tradiciones “bíblicas” sobre los Reyes Magos. Si, como la de Pocoyó, o la de llegar en BMW. O la de bajar por pistas de esquí. Según la Biblia, nunca fueron reyes. Podrían haber sido -de ser verdadero el relato- religiosos mazdeístas. Parece ser que que el número de tres se popularizó en el siglo IV y los nombres de los tres Reyes se asignaron en el siglo VI. Y que las cabalgatas comenzaron a verse como tales recién a comienzos del siglo XX, por lo que ajustarse a la “verdadera tradición” podría antojarse un ejercicio de rigor histórico que no se aplica a temas de mayor calado, pero sí a lo anecdótico.
Por supuesto, cuando acceden al gobierno formaciones no convenientes a los intereses de ciertos sectores, se desata el “todo vale”. Se ha asistido en estos días (y lo que queda) a un esfuerzo continuo (y cansino) por elevar a categoría de catástrofe un tema realmente banal, como el de los colores y calidad de la tela del vestido de Gaspar. Resulta llamativo el hecho de que a quienes se rasgan las vestiduras por el efecto del manto cutre en las mentes infantiles no les preocupe que sus niños vean a papá y mamá continuar justificando a señores que, acostumbrados a los mejores ropajes, de pronto han "decidido" cambiarlos por los más toscos y a rayas horizontales de los Hermanos Dalton. Muchos no ven traumatizante que unos cuantos señores del partido que votan mamá y papá salgan día sí y día también en el telediario cogidos del pescuezo por un guardia civil. Y que a pesar de todo, sigan votando a los que quedan sueltos. Puestos en fila, a buen seguro serían una bonita y original cabalgata, sí señor. Unos cuantos representantes del talibanismo cabalgatero ven ofensivas a las “Reinas Magas salidas de un prostíbulo del Far West”, pero si el “Padrino” del Ayuntamiento dice que este año se pagan los caramelos a tres euros la unidad y van con publicidad del partido, se hace lo que diga el “Boss” de turno e intentando arrimarse al caloret, a ver si de rebote pillamos algo que el tío es muy listo, no veas el patrimonio que ha hecho en cuatro años. Todo esto sin salir de la línea de la tradición; lo que no puede ser de ninguna de las maneras es el sindiós de convertir una Santa Cabalgata en una “manifa podemita”. Habría que probar colar en una cabalgata alguna pancarta que ponga "No al lobby gay".
Igual lo logramos y entra en la "tradición". A priori algo de poca monta, el clásico berrinche de quien ha visto perdida la silla de los suyos; pero podría ser algo más grave. Quienes manifiestan la necesidad de mantener invariables tradiciones religiosas -que, por cierto, no todos los españoles comparten, ni obligación que hay- so pena de soliviantarse e intentar hacerlo con cuanto ciudadano puedan captar, están frecuentemente movidos por el mismo tipo de razonamiento que enarbolan los fundamentalistas de otras confesiones. De hecho, el Islam de la línea dura utiliza como pretexto la “vuelta a los fundamentos y a las verdaderas tradiciones”. Fundamentalismo puro y duro.
El informe sobre "EL Yunque" también señala “La ocupación de parcelas de poder político y de influencia mediática cada vez mayores" y la creación de "redes de captación de jóvenes y adolescentes"
Lamentablemente en nuestro país operan grupos de presión -que bajo el manto religioso lo que buscan es poder- que reclaman para sí ser “la auténtica expresión de lo que debería ser la actividad de los católicos en la vida pública". Ven a los que no son católicos integristas como una amenaza. Cada ley, ordenanza o medida adoptada por una administración de signo no-ultraderechista es visto como “un ataque a la Iglesia Católica”. La paranoia es tal que organizaciones como HazteOir.org incluso habría llegado a solicitar donaciones para "parar la ofensiva de la ultra-izquierda y de los secesionistas y fortalecer la democracia y la unidad de España".
Ése es el verdadero objetivo tras el aprovechamiento de cualquier mínimo resquicio para generar preocupación y alarma. Obtener el poder e instaurar un espacio en el que se sientan seguros y cómodos, despreciando y dejando a un lado a quien no piense igual. El año pasado, la jueza María Belén López Castrillo, titular del Juzgado de 1ª Instancia número 48 de Madrid, consideró probada y "esencialmente veraz" la relación entre la secta paramilitar de extrema derecha El Yunque y miembros de la organización integrista católica Hazte Oír. La jueza se basó en el informe elaborado por Fernando López Luengos, vicepresidente de la asociación de cristianos laicos Educación y Persona. En el citado informe, López Luengo revela que El Yunque se ha infiltrado en el Partido Popular, en el grupo Intereconomía, en la Universidad San Pablo-CEU y la organización Hazte Oír. El informe también señala “La ocupación de parcelas de poder político y de influencia mediática cada vez mayores" y la creación de "redes de captación de jóvenes y adolescentes". El Yunque, añade, "no trabaja mostrando su identidad e intenciones", sino que se sirve de asociaciones tapadera como Hazte Oír "para incidir en la sociedad". El objetivo de la secta es infiltrarse en las esferas del poder para instaurar la Ciudad de Dios conforme al Evangelio. Creo que este tipo de reivindicaciones me suena de algo.
Por lo tanto, no estaríamos ante una banal diferencia de ideas basada en el “derecho a opinar”, sino presuntamente, en la acción de un lobby de presión y agitación de ultraderecha, al que incluso parte de la Iglesia ha querido poner coto: Las diócesis de Toledo y Getafe, por citar dos ejemplos, han impedido a asociaciones como HazteOir.org, Derecho a Vivir, CitizenGo o Profesionales por la Ética participar en actividades diocesanas o utilizar recintos eclesiásticos para sus campañas mientras no se desmarquen de manera concluyente de su presunta vinculación con la secta El Yunque. Ningún grupo de presión puede arrogarse la posesión de determinados “valores” ni forzar la aplicación de “recetas” de épocas pasadas para prevenir “enfermedades sociales”. Quien ocupa el cargo de Alcalde o Alcaldesa de la capital española no es simplemente “el/la encargado/a de la limpieza”, salvo que con esto alguien haya querido mandar a fregar a Carmena de una manera más o menos velada.
La alcaldesa no ha sido elegida para redimir el mundo, tampoco para mantener en una ciudad cosmopolita, en la que conviven personas de muchas religiones, tan españolas como la que más, tradiciones que pertenecen únicamente a la religión católica, y que entre todos, seamos o no creyentes, tengamos que pagar a base de impuestos. La religión de cada uno es sumamente respetable y para eso existen los lugares de culto. España es un país aconfesional, aunque muchas veces no lo parezca. Por lo tanto, organizaciones de corte ultra que pretendan imponer la Sharía católico-patriótica a base de agitación, advertencias de desintegración nacional y de desaparición de supuestos “valores” de los que pretender ser los guardianes, deberían sobrar, y mucho, en una sociedad verdaderamente democrática. Foto: EFE