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Apenas terminado el sangriento conflicto con Israel, vuelve la guerra de clanes entre los palestinos con una multiplicación de ataques entre Fatah y Hamas, que amenaza de implosión la reconciliación sellada entre ambos hace pocos meses.
El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abas, amenazó el domingo con poner fin a su colaboración con el movimiento islamista palestino Hamas si no permite al gobierno de unidad ejercer su autoridad en la Franja de Gaza.
Este lunes, Hamas replicó acusando a Abas de destruir la reconciliación palestina y hacer declaraciones que sirven los intereses de Israel.
Estas disensiones hacen más difícil aún una posible solución del conflicto con Israel. Además, la reconciliación entre Hamas y Fatah, del presidente Abas, había permitido a los palestinos desmontar el argumento israelí según el cual no es posible una negociación si no hay enfrente un único interlocutor.
Esta guerra de clanes amenaza ahora directamente la existencia del gobierno palestino de unidad nacional, creado en junio para poner fin a la división entre los palestinos.
Hasta la instauración de este gobierno, los palestinos tenían dos direcciones: la Autoridad Palestina, dirigida por Abas, en la Cisjordania ocupada, por un lado, y Hamas, que controla desde 2007 la Franja de Gaza, por el otro.
Pero en la primavera (boreal) pasada, Fatah y Hamas se reconciliaron y cuando Israel lanzó su ofensiva contra la Franja de Gaza, ambos lucharon juntos mientras sus representantes negociaban de forma conjunta en El Cairo un alto el fuego.
Hoy, sin embargo, las disensiones entre los dos grupos vuelven a emerger. Las amenazas de Abas de poner fin al acuerdo "son una decepción, destruyen la reconciliación y responden a los deseos de los norteamericanos y los israelíes", dijo en un comunicado Fawzi Barhum, un portavoz de Hamas.
- "Guerra de palabras" -
Después del conflicto con Israel, "entramos ahora en la guerra de palabras e intercambio de acusaciones entre Hamas y Fatah", constata Talal Awkel, politólogo gazatí.
Este enfrentamiento amenaza con extenderse al seno de la delegación palestina, que supuestamente debe proseguir las negociaciones en El Cairo hasta lograr una tregua duradera y compromete las elecciones generales previstas de aquí a fin de año.
Fatah acusa a Hamas de haber colocado a 300 de sus miembros en arresto domiciliario durante la guerra, de haber herido a algunos de ellos y haber "robado" la ayuda a los gazatíes "para distribuirla a sus partidarios o venderla en el mercado negro".
Para Hamas, esta "campaña mediática de diabolización" intenta "acabar" con su creciente popularidad -especialmente en Cisjordania- por su acción durante la guerra. Hasta tal punto que si una elección presidencial opusiera hoy a Abas y a Ismael Haniyeh, exprimer ministro de Hamas en la Franja de Gaza, éste ganaría con el 61% de los votos, según un sondeo.
Para recuperar crédito, Mahmud Abas quiere hacer adoptar por la ONU una resolución que ordene el final, en tres años, de la ocupación israelí. Si su exigencia no es atendida -un veto de Estados Unidos puede acabar con ella-, el Estado de Palestina podría adherirse a la Corte Penal Internacional para perseguir a los responsables israelíes por "crímenes de guerra" en la Franja de Gaza.
Pero los hechos bélicos cuentan más que una enésima iniciativa diplomática. Y después de 50 días de lanzar cohetes hasta Tel Aviv, Hamas ha sentido que le crecían las alas. "Tras la victoria en Gaza, las fuerzas de la Autoridad (palestina de Abas) deben cambiar de actitud y volver a los brazos de su pueblo más que permanecer bajo la bota del ocupante" israelí, indica Hamas, que denuncia la cooperación de las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina y de Israel.
En Gaza, entretanto, los portavoces de los ministerios de Hamas se expresan de forma oficial y sus fuerzas de seguridad imponen su ley, sin que los agentes de la Autoridad Palestina, destituidos en 2007, hayan sido reintegrados.