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La respuesta internacional a la epidemia de ébola que sufren los países de Africa occidental es "peligrosamente inadecuada", afirmó la coordinadora de emergencia de Médicos sin Fronteras (MSF) en Sierra Leona, en un testimonio emocionante publicado el miércoles en Estados Unidos.
"La epidemia de ébola se ha convertido en incontrolable desde hace varios meses, pero la comunidad sanitaria internacional tardó demasiado tiempo en reaccionar", escribe la coordinadora Anja Wolz en el New England Journal of Medicine. "La actual respuesta internacional al Ébola sigue siendo peligrosamente inadecuada".
La epidemia de fiebre hemorrágica se declaró a principios de año en Guinea y más tarde en Liberia, Sierra Leona y Nigeria. La enfermedad se manifiesta por hemorragias, vómitos y diarreas. Su tasa de mortalidad es muy elevada y no existe una vacuna homologada.
Desde principios de año, el virus ha dejado cerca de 1.500 muertos, según el último balance de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y se identificaron 2.400 casos.
Los principales problemas residen en la incapacidad de identificar a todas las personas que pudieron estar en contacto con enfermos infectados, observa la coordinadora de MSF.
Un sistema de alerta por el cual se envía un equipo de investigadores y una ambulancia en caso de muerte o sospecha "no funciona correctamente", lamentó Wolz. El ministerio de Sanidad del país no dispone más que de cuatro ambulancias para un distrito de 470.000 habitantes.
"Cada día hay muertos ciertamente debidos al ébola, pero estos casos no son reportados por el ministerio de Sanidad porque la causa de la muerte no fue confirmada por un test de laboratorio", subrayó, describiendo un sistema de vigilancia "ineficaz".
- Frustrante y decepcionante -
Sierra Leona ya perdió a uno de sus principales médicos víctima del ébola, y el personal sanitario está particularmente expuesto, aunque vistan monos que cubren su cuerpo integralmente. La enfermedad se transmite por contacto con los fluidos corporales (saliva, sudor, sangre...) de una persona que presenta estos síntomas.
Wolz señala que esta protección, que comprende "dos pares de guantes, dos máscaras y una pesada bata", no puede llevarse durante más de 40 minutos seguidos debido al calor sofocante.
La coordinadora describe el miedo que ve en los pacientes cuando son asignados a tiendas reservadas para casos confirmados de ébola. Cuenta también cómo ella intentó curar a un niño de seis años y su hermana de tres, cuyos padres y abuela fallecieron por la enfermedad.
"Son los niños los que me dan más pena", dice. "Cuando el niño muere intentamos calmar y consolar a su hermana, pero el mono protector hacía que fuera difícil tocarla, llevarla e incluso hablar con ella. Murió al día siguiente", comentó Wolz.
Wolz mostró igualmente su "triste frustración por ver a pacientes llegar demasiado tarde y saber que muchos, asustados, se esconden" y no vienen a ser atendidos.
A pesar de todo, el personal sanitario vive a veces algunos instantes de alegría, como cuando un enfermo consigue sobrevivir a la infección: un paciente cuyos tests sanguíneos son normales y que pasa tres días sin síntomas está autorizado a regresar a casa.
"Dejar libre a un paciente es nuestro momento más feliz. Nos reunimos en el exterior del centro, aplaudimos, bailamos. Esto nos motiva y nos empuja a continuar", escribe la coordinadora de MSF.
Pero estos momentos de alegría se ven eclipsados rápidamente por el número de nuevos pacientes. El día que Wolz reseñó su artículo, cuatro pacientes regresaron a casa pero ocho nuevos llegaron al centro para ser atendidos.
"Mi mision en Kailahun (este de Sierra Leona) es frustrante y decepcionante porque sé de mis experiencias precedentes lo que debe ser hecho para controlar esta epidemia. Tenemos que dar un paso adelante para detener el virus, pero estamos dando cinco hacia atrás", concluye.