Kiko Rivera parece haber encontrado la tranquilidad después de semanas de estrés y descontrol. Tiempos para olvidar en los que cruzó algunas líneas rojas para hablar del conflicto que todavía mantiene con su madre. Aunque mantiene que está enfadado por el silencio sepulcral de Isabel Pantoja, su entorno más próximo dice que la echa de menos. Tiene miedo a que el tiempo y la distancia acabe por impedir una reconciliación que anhela. Lo dicen sus silencios.

Eso sí, Kiko tiene claro que no va a tropezar con piedras dispuestas exprofeso en un camino tortuoso que parece hecho a medida. Desde el sosiego, observa y espera. De momento, Pantoja no da su brazo a torcer. Y bloquea con pasión a quienes le dicen que reconsidere su actitud y establezca un punto de entendimiento con su hijo.

No se entiende la actitud de los últimos días aniquilando a quienes la quieren sin esperar nada a cambio. O alguien está meciendo la cuna o es cierto que ha perdido el oremus. Me da la sensación de que alguien deberá rendir cuentas en el futuro. La leña arde.