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Democracia pluralista y no plutocracia. Los problemas políticos se resuelven en el parlamento y no en los juzgados
Todos deberíanos defender una democracia pluralista cuyos principios básicos supongan la afirmación de los derechos civiles y humanos definidos en la Declaración Universal de las Naciones Unidas. La justicia es independiente del poder ejecutivo y la ley debería garantizar el ejercicio de las libertades. De todas. Expresión, asociación, reunión, ideológica, etc., amparando así mismo las libertades personales.
Hace falta un diálogo plural que haga posible la coexistencia primero, y la convivencia después, de estos elementos encontrados y contradictorios presentes hoy en la realidad social catalana y que afecta a la propia autenticidad de España.
La necesidad de un espíritu progresista de comprensión y de moderación ante las posiciones encontradas, no lleva consigo el caos o la desintegración de la sociedad, como algúnos agnósticos de derechas postulan como crítica destructiva, a pesar de la agresión opresiva de los totalitarios. La confrontación demuestra en realidad el poder natural de la libertad, es la base de la democracia. Que cada uno enarbole su bandera y proclame su ideario, pero con respeto, con tolerancia, con receptividad a otros discursos políticos. Discrepando, pero no imponiendo.
Diálogo parlamentario, y con ello a la búsqueda de una integridad pactada de España como entidad histórica
El mutuo contacto de las diversas ideologías permite que su acción dialéctica directa, cuando la hubiere, pudiera producir una síntesis que culminase en la solución de la crisis en Cataluña en particular y por ende para los intereses generales del Estado Español.
En las concretas características que se dan hoy en la vida política hic et nunc, la alternativa al diálogo pluralista no es la judialización de la política, no es el golpe de mano del 155, no es el arroparse en la bandera evocando viejos fantasmas que justifiquen sus peculiares concepciones de la realidad nacional, sino un eventual retorno a la comunicación, al diálogo parlamentario, y con ello a la búsqueda de una integridad pactada de España como la entidad histórica que representa.