¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Aicrag escriba una noticia?
Vox es una organización de ultraderecha que se ajusta a las características de la familia de partidos de la derecha radical
Esta derecha radical, de políticas antisociales y autoritarias que tiene sus antecedentes en las propuestas antiliberales de la Iglesia Católica. Nacional-Catolicista, nacionalista, unitarista y franquista que recuerda a esas ideologías europeas autoritarias y totalitarias sobre el Estado-Nación y el modelo corporativo, es el resultado de un proyecto antidemocrático basado en un movimiento político que argumenta como valor la crítica del funcionamiento de la democracia.
Esta derecha insana que choca con los valores constitutivos de la democracia (la dignidad humana, los derechos de la persona o la soberanía popular), es hoy ya la tercera fuerza en España. Y esto es así porque se ha normalizado que un partido antidemocrático de corte fascista se haya encarnado en las instituciones. Podríamos pararnos a pensar de quién es la culpa, pero no serviría de nada. Quizás lo más sensato sería, y no se trata de una cuestión menor, prohibir esta fuerza.
Su ideología está basada en una combinación de nacionalismo y xenofobia, y de una visión autoritaria de la sociedad, apegada a los valores de ley y orden
No obstante, puede distinguirse otra estrategia más democrática capaz de confrontar a la derecha radical. La demarcación, que consiste en que el resto de los partidos políticos que suscriben el orden democrático (comunistas, conservadores, liberales, verdes y socialdemócratas) les excluyan de sus interacciones mediante la aplicación de cordones sanitarios.
Esto es complicado, lógicamente, sobre todo cuando alguna fuerza antepone sus intereses políticos a la defensa de los derechos de los ciudadanos, de la libertad y la salud democrática, y aplican la cooptación, que conlleva el reconocimiento y normalización de esa radicalidad, como ocurre con el Partido Popular, a quien no le importa que Vox sea un partido de impronta fascista, cuando se trata de salvaguardar sus propios intereses.