No se trata de abandonar la barca del recuerdo en un viejo muelle o atar el ayer a una pesada roca para que descanse eternamente en las profundidades oceánicas, sino de romper las amarras y proyectarnos hacia un brillante porvenir.

Solemos emplear la mayor parte de nuestras vidas observando a través del espejo retrovisor la brumosa carretera de los años o simplemente contemplando escenarios imaginarios y acabamos perdiendo lo mejor del vivo espectáculo.

Tenemos momentos de paz, otras veces torturamos la mente con hechos pasados y cabe formular la siguiente pregunta, ¿Quién es capaz de ordenar por segunda vez un platillo repugnante y poco apetecible? La respuesta sin dudas es negativa, entonces, no dudemos en aplicar la misma táctica para bloquear los pensamientos inútiles y tóxicos.

Consultar el pasado para visualizar el futuro desde el presente es la mejor opción para resolver las inquietudes que impiden avanzar hacia nuevas experiencias, entendiendo que aquel presente quedó atrapado muchísimos kilómetros atrás y en este preciso momento estamos recogiendo sus frutos para continuar haciendo caminos, tal como señaló el poeta español, Antonio Machado, en su libro de poemas.

«Caminante, son tus huellas

  el camino y nada más;

  Caminante, no hay camino,

  se hace camino al andar.

  Al andar se hace el camino,

  y al volver la vista atrás

  se ve la senda que nunca

  se ha de volver a pisar.

  Caminante no hay camino

  sino estelas en la mar».

Podemos visualizar el futuro para avanzar en la vida y no permanecer sujeto a las circunstancias que pudiera crear una paradoja entre presente y pasado. Con decisión y coraje podemos inclinar la balanza a nuestro favor.

Nuestro hemisferio cerebral derecho se perfila estrictamente en lo cotidiano, ya que se trata del aquí y el ahora, por el contrario el hemisferio izquierdo sistematiza la actividad pasada o futurista por su condición estricta de pensar lineal y metódicamente.

Autor: Alfredo Pirela Velásquez