El Terror de las Margaritas

!Me quiere, no me quiere..., bah, está incompleta la flor! Al notar que los resultados no eran los esperados inmediatamente corría hasta un jardín cercano para obtener un manojo de margaritas, con la ilusión de hallar una de tan solo tres pétalos.

Esta historia de amor no deja de ser especial, sin embargo, me ocasionó una serie de circulos en mi boleta de calificaciones y las estridentes carcajadas de mis compañeros, cuando la maestra notaba que ensimismado mordía la goma del lápiz y muy enojada golpeaba el pupitre interrumpiendo mi romántico viaje.

Cuando estaba cerca de mi bella Julieta, los nervios se salían de control y mis pulmones exigían oxigeno, logrando que mi rostro adquiriera el color de la berenjena. ¡Dios!, que dificultades físicas presentan los enamorados. Muy triste pensaba que el amor era exclusivo para los chicos valientes o galanes de cine.

Una tarde decidí escribir una carta a mi amada, donde le participaba que ya no podía seguir sosteniendo en secreto mi ilusión por ella, pero la correspondencia fue depositada en el buzón del olvido, después de ser empapada por el indeciso mar.

Mi primer amor lo viví con gran intensidad, ya que pude experimentar el más hermoso de los sentimientos, pero también me calcinó el fuego de la pasión, dejando mi corazón totalmente achicharrado. Hasta que llegó el día de ponerle fin a esa relación unilateral, decidiendo ignorarla para siempre y comenzar un nuevo idilio con una chica de este planeta.

Actualmente puedo afirmar que aquel bisoño amor fue crucial en mi vida emocional por haber logrado consolidar mi personalidad, hasta mostrarme con hechos que es indispensable valorarse y respetarse para amarnos a nosotros mismos en aras de un futuro ideal.