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Dejar de pensar es imposible, pero sufrir de agotamiento mental por el tanto pensar a tal punto que tu salud se resienta, sí es posible. ¿Qué hacer?, quizás te preguntes. Aquí te muestro una solución
Es probable que tu actividad mental diaria esté saturada por una serie de pensamientos que te roban la paz y generan desasosiego interno.
¿Acaso no has experimentado la molestia que representa el que vez tras vez tu mente se llene de pensamientos persistentes y que no tengas manera de ahuyentarlos?
Dejar de pensar es imposible, pero sufrir de agotamiento mental por el tanto pensar a tal punto que tu salud se resienta, sí es posible.
¿Qué hacer?, quizás te preguntes
Aquí te muestro una solución a través de un simple y explosivo ejercicio, acompañado de la comprensión que nos muestra la sabiduría africana al respecto.
En el idioma shona, una lengua bantú nativa de Zimbabue, existe este término: KUFUNGISISA para referirse a la angustia que genera la tendencia a pensar demasiado.
Esta palabra no solo se refiere a cuando pensamos demasiado sobre los problemas o sobre los acontecimientos traumáticos, sino que también recoge sus consecuencias: desde la preocupación hasta la ansiedad, que muchas veces se transforma en angustia, pasando por la depresión y, por supuesto, acompañado de los síntomas somáticos que este estado de excitación mental acarrea.
De hecho, en la lengua shona se dice: “Me duele el corazón porque pienso demasiado”.
Este detalle resulta revelador ya que las culturas antiguas, que incluyen a la meditación, también advierten sobre lo mismo.
Raras veces estamos conscientes de cómo nuestros pensamientos no solo determinan nuestros estados de ánimo, sino que también influyen poderosamente en la forma en que concebimos al mundo y cómo determinan nuestra salud física y mental.
Así, que Kufungisisa nos advierte de cómo la mente casi siempre está desfasada de la Vida, atrasándose o adelantándose, permitiendo que la voz en nuestra cabeza tome el mando y dicte las normas de nuestro vivir.
En relación a esto existe un bello y significativo relato africano.
Se cuenta que hace mucho, muchísimo tiempo, un expedicionario se aventuró en los territorios más inhóspitos de África. Solo le acompañaban sus porteadores.
Todos llevaban un machete para abrirse paso entre la espesa vegetación y tenían un único objetivo en mente: avanzar rápidamente a cualquier precio.
Si encontraban un río, lo cruzaban en el menor tiempo posible. Si se interponía una colina, apretaban el paso para no perder ni un minuto. Sin embargo, de repente los porteadores se detuvieron en seco.
El expedicionario se sorprendió puesto que solo llevaban unas cuantas horas de marcha, así que les preguntó:
- ¿Por qué han parado? ¿Acaso ya están cansados?
Uno de los porteadores lo miró y le respondió:
-No señor, no estamos cansados, simplemente hemos avanzado demasiado rápido y por eso hemos dejado nuestra alma atrás. Ahora tenemos que esperarla hasta que nos alcance de nuevo.
La mente siempre está desfasada de la Vida
Esta historia nos advierte de cómo estamos tan enfrascados en hacerle caso a la prisa de la mente que no nos permitimos un descanso para disfrutar del simple hecho de estar vivos.
Nuestra fértil mente es como un océano lleno de burbujas en forma de pensamientos, que surgen a cada momento, pero que, en vez de explotar y desaparecer, se quedan ahí, causándonos molestia y sufrimiento.
La pregunta clave es: ¿Cómo dejar de pensar demasiado?
Es aquí donde la meditación viene en nuestra ayuda y nos propone este simple y explosivo ejercicio.
Este ejercicio es una variante de uno que ya te había expuesto en un artículo anterior.
En ese Artículo te hablaba de la importancia de reconocer que todo lo que se mueve tiene inexorablemente un centro desde donde surge todo el movimiento y te proponía una técnica para apaciguar a tu mente.
Si reflexionas profundamente te darás cuenta que todo lo existente parece tener un centro de inmovilidad. Una flor parece tener un centro; el sol parece ser el centro de todo el sistema solar y lo mismo pasa con nuestro cuerpo que parece tener un centro (los japoneses le llaman HARA y también en un Artículo anterior te enseñé cómo utilizar este centro).
De la misma manera, cualquier pensamiento que brote como una burbuja dentro de tu océano mental tiene un centro.
El ejercicio que te propongo consiste en realizar un viaje imaginario hasta el centro del pensamiento que tienes de turno, y visualizar como ese pensamiento explota en el mismo centro.
Y esta visualización hacerla cada vez que tu atención esté puesta en un pensamiento en específico.
Es decir, cada vez que te notes pensando, no atiendas al contenido del pensamiento (sobre lo que estás pensando), sino ve al centro del pensamiento y haz que estalle como mismo sucede con las burbujas.
Además, puedes ir un paso más allá y considerar a tu mente como un gran hervidero de burbujas (que son los pensamientos), y visualizar como todas explotan sin reparar en ninguna en particular.
Se que todo esto te puede sonar a locura, por eso solo te pido que le des una oportunidad al ejercicio de probar su efectividad.
RECUERDA ESTO:
Muchos de los ejercicios de meditación no tienen explicación y tampoco precisas encontrarla. Están concebidos no para ser explicados, sino para practicarlos.
Ellos pertenecen al gran legado de muchos hombres que han experimentado la efectividad de los mismos para trascender a la mente y nos los han regalado para que no nos pase como a los personajes del relato africano y nos encontremos desfasados de la Vida por el mucho pensar.
La única forma de comprobar su efectividad es practicándolo. Espero y deseo que lo hagas y me comentes tus experiencias al respecto.
MUCHAS GRACIAS.